domingo, 18 de enero de 2009

Crónicas Manchegas


Fernando Redondo

El mundo, los seres humanos, los pueblos, somos un río de culturas. Río constantemente cambiante, culturas que se entremezclan entre sí, con diversas corrientes, opiniones y visiones. Culturas porque los seres humanos siempre han inventado e intercambiado elementos culturales, nacidos de la experiencia, encontrados en la palabra, donde nace y se forja la diversidad cultural.
Este río de culturas, que parafraseando a Nelson Mandela podríamos denominar “Río Arco Iris”, no ha cesado de fluir a lo largo de los Siglos. En él, en sus aguas multicolores, se han encontrado reflejados todos los seres humanos, porque compartimos la capacidad de crear culturas, significando que poseemos un potencial creativo común; que no quiere decir, en ningún caso, que tengamos o debamos tener la misma cultura, porque precisamente la diversidad existente surge de la creatividad de todos.
En estas Crónicas Manchegas, cuando hablaba de los “Diversos y plurales” que somos como Humanidad, ya señalaba que al referirnos y al definir la cultura los conceptos cambian, cambian también las metáforas que hemos venido utilizando en las últimas épocas, así como también cambia la definición con la que se describe a la cultura en cada lugar del mundo.
La Real Academia Española (RAE) no es ajena a este debate, a este diálogo, y se encuentra redefiniendo, con vistas al próximo Diccionario, el concepto de cultura, valorando nuevas acepciones, puesto que la lengua española, como el resto de lenguas del mundo, cambian, mutan, se amplían y transforman.
Debate que también será trasladado a las veintidós academias del español existentes en el mundo, unidas en la Asociación de Academias de la Lengua Española, donde la cultura, y su concepto, se encuentra en plena ebullición.
La RAE se encuentra en un proceso complejo, especialmente en lo referido al significado de la palabra cultura cuando va referida a las costumbres y características de un colectivo; lo que algún académico ha definido como “conjunto del sistema de conductas que caracterizan a un grupo”, en un sentido de antropología cultural. Para ello se podría utilizar, como referencia de ese uso del término cultura, la obra Cultura femenina, escrita por Georg Simmel, donde se recogen una colección de ensayos en los que aborda las costumbres que caracterizaban a las mujeres.
Sin duda, en el próximo Diccionario de la RAE encontraremos la respuesta a este debate y proceso complejo, pero de las reflexiones expresadas me quedo con las siguientes palabras, y acertada opinión, de Emilio Lledó: “Para mí, una idea muy fecunda en este caso es la que aplicaban al término los griegos. Tenía que ver con la actividad, con el movimiento, con la acción. Sé que es difícil encerrar eso en una definición, pero deberíamos encontrar la forma de destacarlo. Más en estos tiempos, cuando necesitamos como nunca dejar de deambular y buscar derroteros”.
Mientras que la RAE vuelve a definir y redefinir, junto con la Asociación de Academias de la Lengua Española, el concepto de cultura, trabajemos para seguir aportando y apostando por una cultura y culturas en actividad, en movimiento, en acción. Cultura desde la vida, culturas para todos, desde el espíritu humano cuya creatividad no conoce fronteras.


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