domingo, 11 de noviembre de 2007

Publicidad y Mujeres

Leí: “Vivimos en un mundo inmerso en hidrógeno, oxígeno y publicidad”; platiqué hace años con un publicista norteamericano que me comentó: “La mas importante de las empresas se vuelve un estanquillo al voltear la esquina, sino tiene publicidad”.
La fuerza de la publicidad es enorme, tanto que ha convencido a muchas mujeres en perder la femineidad que dan unas caderas anchas.
Algún genio de la publicidad, hace ya varios años, pudo haber pensado: ¿En qué podemos convencer a las mujeres que se ven mal y que no puedan eliminar? La respuesta fue: las caderas.
Durante siglos se admiró el feminismo de unas caderas de ánfora griega. Además de la atracción que siempre han ejercidos sobre el género masculino, simple y sencillamente tienen una función: facilitar el parto.
Hace años, en la entrevista con una Señorita Guanajuato, me comentó al tomarle unas fotos: “Que no vaya a salir con caderas”.
Me quedé sorprendido. Recordé cuando lo mas importante para una mujer era tener caderas para llenar los pantalones pescadores de aquellos tiempos y conocí de casos desesperados en que se recurría a los rellenos con tal de lucir una caderas redondeadas.
Después se dio el gran negocio: venderle a las mujeres fajas, tratamientos, equipos, cremas y todo lo imaginable para invitarlas a quitarse una característica femenina que es parte de su función en la vida.
Simplemente, las mujeres nos han sido transformadas. Ahora se maquillan esperando no verse maquilladas. Muchas jóvenes se preocupan mas por lo que puedan decir sus amigas de su apariencia, que por lo que gustan a los muchachos. En la televisión anuncian un producto para muslos delgados y vienen a mi mente las piernas de Silvia Pinal, Evangelina Elizondo, Lilia Prado, Arlette Pacheco y muchas otras.
Nos robaron la femineidad de muchas mujeres. Recuerdo hace años cuando escuché que al entrar astrológicamente la Era de Acuario, las mujeres se masculinizarían. Resultó.
En una ocasión tomé una fotografía de cuatro muchachas. Si les tapaba la cara nadie podía identificar a qué sexo pertenecían por lo parejo de su anatomía y su descuidada, que no sucia, vestimenta.
En fin: soy “la voz que clama en el desierto” pero, para mi consuelo, aún hay muchas mujeres que se siente orgullosas de sus caracteres femeninos y visten de manera apropiada para lucirlos; porque no importa lo delgada o llenas que sean, siempre y cuando haya la debida proporción de cintura y caderas que dicen los entendidos debe ser de 1.00 de caderas por 0.70 de cintura. Y aun quedan damas que se preocupan por esta proporción; por ellas:
¡Vivan las mujeres que parecen mujeres!
LA FRASE: Si la belleza fuera oro, tú serías un tesoro… Anónimo.
EL POEMA. Delicta Carnis, de Amado Nervo
me persigue la imagen de la Venus de Milo,
con sus lácteos muñones, con su rostro tranquilo
y las combas triunfales de sus amplias caderas.

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