domingo, 12 de agosto de 2007

De algo y etcétera


La forma que escogí de ejercer mi labor periodística me ha permitido incursionar en numerosas fuentes, sacrificando de hacerme de un nombre reconocido en alguna de ellas, a cambio de conocer una gran variedad de los matices del ser humano a través de sus actividades.
Tuve la oportunidad de estar con María Félix; al respecto puedo decir que María era María; punto. Entreviste a Lucía Méndez y me llamó la atención su disponibilidad y sencillez.
Y, contra lo que algunos compañeros me habían comentado, cuando estuve en la casa de don Ernesto Alonso, y no acostumbro a llamar a los artistas como señor o señora a menos de que sean verdaderamente un señor o una señora artísticamente, tuve la oportunidad de tratar a un excelente ser humano: preparado, amable y con la sencillez que es característica de los verdaderos hombres que son grandes.
En principio aceptó mi solicitud telefónica para que me recibiera con una de las batas que usaba en la telenovela El Maleficio, que en su momento fue visto por casi todo México.
Recuerdo que en los bares en los que convivía con reconocidos y triunfadores profesionistas, hombres de negocios e intelectuales, se daba el caso de que a las 8.15 u 8.30 de la noche, algunos de ellos se despidieran argumentando cualquier motivo. La realidad: se iban a ver El Maleficio. No había en ese entonces videocaseteras para grabar un programa.
Cuando se lo comenté a Ernesto Alonso, me aseguró que las encuestas indicaban que las telenovelas eran vista por mayor o igual número de hombres que de mujeres. Después tuve oportunidad de comprobarlo con mi propia miniencuesta.
El método era sencillo: Poner a una mujer muy guapa en el papel estelar femenino. Los hombres veían la telenovela por ver a la muchacha; después del tercer capítulo quedaban “enganchados”.
En lo particular y en referencia a esos tiempos mencionó a Lucía Méndez y Christian Bach.
Vienen a mi mente las ocasiones en que ví algunas de ellas por Angélica Rivera, Lucero, Gabriela Spanic o Mariana Levi y la misma Lucía Méndez.
Cabe decir que aquellas telenovelas aún cuando tenían algunas tramas ilógicas para que existieran problemas; no presentaban la violencia que hay en las actuales.
En esos tiempos, por vivir en el centro de Guanajuato, no tenía cable; pero ahora, por la misma razón empecé a ver ER, C.S.I. en todas sus versiones, Mentes Criminales, Smallville y otras que por fortuna, además de mujeres bellas, tienen un contenido interesante o entretenido.

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