domingo, 2 de marzo de 2008

Mis inicios en el periodismo

ENTREVISTA CON NATASHA KUSHINKAYA

Charlando con una excelente, capaz y esforzada reportera, vinieron a mi mente algunas experiencias en el desarrollo de mi trabajo durante casi 20 años de ejercerlo en mi ciudad natal: el D.F.
Platiqué de las exigencias del trabajo que me tocó vivir en aquellos tiempos tales como cuando mi jefe me dijo: “Quiero para mañana una entrevista con Cantinflas”. Mi respuesta: “No Conozco a Cantinflas”. La respuesta de mi jefe: “Te estoy dando una orden, no te estoy preguntando si lo conoces”.
La situación era sencilla: cumplías la orden o te suspendían una semana, la siguiente te corrían. Pude cumplirla gracias a mi hermano que si conocía a Cantinflas.
Me inicié en esta profesión durante los Juegos Olímpicos de México. Sin la mínima experiencia, basado en mi instinto, inspiración y deseos de ser reportero.
Pedí una credencial a mi jefa Doña Olga. Me dijo: primero me demuestra que sirve y quiere ser reportero; después le doy la credencial.
Eran los días de llegada de los atletas al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México; después al Aeropuerto Olímpico, una zona restringida para evitar molestias a los competidores. Yo sin credencial.
El primer día me acerqué a un grupo al que le vi tipo de reporteros. No me equivoqué. Les comenté que yo quería ser reportero. Comenzaron las ironías y burlas disfrazadas.
Uno me preguntó: ¿Cómo quien quieres llegar a ser?. Respondí y riéndose me dijo, hablo de reporteros, no de hampones.
Esa vez pude colarme entre el grupo a la sala de llegada.
Después, la zona del Aeropuerto Olímpico quedó cercada.
Dos veces logré entrar diciendo que mi compañero traía mi credencial. Dos veces tuve que brincarme la reja, a la tercera me bajaron de un macanazo.
Pero llegué a mi periódico con fotos, datos y entrevistas. Me dieron mi credencial, me acreditaron y tuve un juego de pases para todos los deportes.
Ahí empecé.

LA FRASE: “Nunca se te concede un deseo sin darte la oportunidad de hacerlo realidad. Aunque es posible que te cueste trabajo. Ilusiones, de Richard Bach.

EL POEMA. A un artista, de Antonio Plaza.
Prosigue sin espinas te da el escenario;
recuerda la historia sublime de Dios,
para ir a la gloria se sube al calvario.
Jamás ha vencido quien nunca luchó.

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