Charlando con una excelente, capaz y esforzada reportera, vinieron a mi mente algunas experiencias en el desarrollo de mi trabajo durante casi 20 años de ejercerlo en mi ciudad natal: el D.F.
Platiqué de las exigencias del trabajo que me tocó vivir en aquellos tiempos tales como cuando mi jefe me dijo: “Quiero para mañana una entrevista con Cantinflas”. Mi respuesta: “No Conozco a Cantinflas”. La respuesta de mi jefe: “Te estoy dando una orden, no te estoy preguntando si lo conoces”.
La situación era sencilla: cumplías la orden o te suspendían una semana, la siguiente te corrían. Pude cumplirla gracias a mi hermano que si conocía a Cantinflas.
Me inicié en esta profesión durante los Juegos Olímpicos de México. Sin la mínima experiencia, basado en mi instinto, inspiración y deseos de ser reportero.
Pedí una credencial a mi jefa Doña Olga. Me dijo: primero me demuestra que sirve y quiere ser reportero; después le doy la credencial.
Eran los días de llegada de los atletas al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México; después al Aeropuerto Olímpico, una zona restringida para evitar molestias a los competidores. Yo sin credencial.
El primer día me acerqué a un grupo al que le vi tipo de reporteros. No me equivoqué. Les comenté que yo quería ser reportero. Comenzaron las ironías y burlas disfrazadas.
Uno me preguntó: ¿Cómo quien quieres llegar a ser?. Respondí y riéndose me dijo, hablo de reporteros, no de hampones.
Esa vez pude colarme entre el grupo a la sala de llegada.
Después, la zona del Aeropuerto Olímpico quedó cercada.
Dos veces logré entrar diciendo que mi compañero traía mi credencial. Dos veces tuve que brincarme la reja, a la tercera me bajaron de un macanazo.
Pero llegué a mi periódico con fotos, datos y entrevistas. Me dieron mi credencial, me acreditaron y tuve un juego de pases para todos los deportes.
Ahí empecé.
LA FRASE: “Nunca se te concede un deseo sin darte la oportunidad de hacerlo realidad. Aunque es posible que te cueste trabajo. Ilusiones, de Richard Bach.
EL POEMA. A un artista, de Antonio Plaza.
Prosigue sin espinas te da el escenario;
recuerda la historia sublime de Dios,
para ir a la gloria se sube al calvario.
Jamás ha vencido quien nunca luchó.
Platiqué de las exigencias del trabajo que me tocó vivir en aquellos tiempos tales como cuando mi jefe me dijo: “Quiero para mañana una entrevista con Cantinflas”. Mi respuesta: “No Conozco a Cantinflas”. La respuesta de mi jefe: “Te estoy dando una orden, no te estoy preguntando si lo conoces”.
La situación era sencilla: cumplías la orden o te suspendían una semana, la siguiente te corrían. Pude cumplirla gracias a mi hermano que si conocía a Cantinflas.
Me inicié en esta profesión durante los Juegos Olímpicos de México. Sin la mínima experiencia, basado en mi instinto, inspiración y deseos de ser reportero.
Pedí una credencial a mi jefa Doña Olga. Me dijo: primero me demuestra que sirve y quiere ser reportero; después le doy la credencial.
Eran los días de llegada de los atletas al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México; después al Aeropuerto Olímpico, una zona restringida para evitar molestias a los competidores. Yo sin credencial.
El primer día me acerqué a un grupo al que le vi tipo de reporteros. No me equivoqué. Les comenté que yo quería ser reportero. Comenzaron las ironías y burlas disfrazadas.
Uno me preguntó: ¿Cómo quien quieres llegar a ser?. Respondí y riéndose me dijo, hablo de reporteros, no de hampones.
Esa vez pude colarme entre el grupo a la sala de llegada.
Después, la zona del Aeropuerto Olímpico quedó cercada.
Dos veces logré entrar diciendo que mi compañero traía mi credencial. Dos veces tuve que brincarme la reja, a la tercera me bajaron de un macanazo.
Pero llegué a mi periódico con fotos, datos y entrevistas. Me dieron mi credencial, me acreditaron y tuve un juego de pases para todos los deportes.
Ahí empecé.
LA FRASE: “Nunca se te concede un deseo sin darte la oportunidad de hacerlo realidad. Aunque es posible que te cueste trabajo. Ilusiones, de Richard Bach.
EL POEMA. A un artista, de Antonio Plaza.
Prosigue sin espinas te da el escenario;
recuerda la historia sublime de Dios,
para ir a la gloria se sube al calvario.
Jamás ha vencido quien nunca luchó.
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